El término “formación” aparece 185 veces en el texto del Directorio para la Catequesis (2020). El cuarto capítulo de esta guía está completamente dedicado a la formación de los catequistas, que se considera de vital importancia para el correcto ejercicio de la labor catequética.

 

Vale la pena leer el cuarto capítulo del Directorio para la Catequesis para percibir la riqueza y profundidad con que el Magisterio de la Iglesia aborda el tema de la formación de los catequistas. No obstante, la simple lectura puede conducir a la falsa impresión de que son solo de recomendaciones teóricas o, en el mejor de los casos, propuestas muy alejadas de su realización en el tiempo. Por eso, el tema merece una consideración práctica para hacer frente a los problemas y retos reales. 

Que la catequesis sea impartida por voluntarios no equivale a que todos los voluntarios tengan la preparación suficiente para enseñar a otros. Son abundantes los catequistas de edad avanzada que se cierran en banda a renovar sus métodos y plantearse objetivos nuevos. Y, en el otro extremo, con frecuencia se echa mano de jóvenes que acaban de recibir el sacramento de la Confirmación, sin más apoyo que el de su ilusión, como si la ilusión fuera convalidable por la formación teológica, humana y pedagógica.

Nuestra experiencia es que la formación cultural y doctrinal de la mayor parte de los catequistas clama al cielo por medidas urgentes de mejora. En este sentido, el objetivo de BeCat ha sido proporcionar herramientas prácticas y flexibles, adecuadas a los medios técnicos y las necesidades del siglo XXI. Por las aulas del proyecto BeCat han pasado en los últimos años más de 15.000 catequistas de 23 países, de los que la mitad han obtenido algún certificado. 

Dedicar tiempo a la autoformación es imprescindible

Buena parte de los catequistas que han realizado alguno de los cursos de BeCat lo ha hecho a título propio, por interés personal y sin que nadie (diócesis o parroquia) se lo pidiera. Pero también hay que constatar que un número todavía mayor de catequistas convive plácidamente con un nivel sorprendente de ignorancia. En su capítulo de presentación, el Directorio afirma de forma rotunda que “solo los catequistas que viven su ministerio como vocación contribuyen a la eficacia de la catequesis”. Me pregunto si se les están ofreciendo los medios adecuados y se les insiste en que los aprovechen, apelando a su sentido de responsabilidad y a la vocación a la que han sido llamados.

La ignorancia se traduce en incoherencia

Sorprende advertir que personas que públicamente no viven de acuerdo con la fe católica son nombradas catequistas, formadores y acompañantes de católicos. Pone de manifiesto la poca atención que se presta a la catequesis en los lugares donde esto ocurre. Una formación adecuada suele traducirse en unidad de vida, en menos incoherencias en la manera en que los catequistas viven la fe. Esto es algo fundamental, ya que todos sabemos que un buen ejemplo arrastra mucho más que las palabras adecuadas. Los catequistas deben hacerse cargo de su responsabilidad como modelos en el camino de la fe para las personas a las que acompañan. 

¿Faltan recursos? 

Si una diócesis no dispusiera de los recursos necesarios como escuela de catequistas, formadores bien preparados, etc. desde BeCat queremos apoyar la formación de catequistas ofreciendo diferentes tipos de recursos online tanto para diócesis y parroquias como para personas que por iniciativa propia quieran continuar formandose para ser mejores formadores y catequistas.

La realidad de lo que se transmite en estas breves reflexiones es de sobra conocida. Como son muchos los frentes abiertos, hasta cierto punto se comprende la respuesta que suele escucharse repetidas veces al mencionar el problema: “hagamos lo que podamos”. Pero, honradamente, podemos hacer más. Del futuro de la catequesis depende, al fin y al cabo, el futuro de la Iglesia.