El pasado mes de noviembre me tocó hacer un viaje a Bolivia y Perú para dar a conocer y difundir el proyecto #BeCaT. Bolivia es terreno nuevo, donde todavía son pocos los que han tenido la experiencia de hacer alguno de los cursos que ofrecemos. En Perú, que es el país donde se inició todo, el objetivo eran las ODEC (Oficinas de Educación Católica), especialmente las que, por su aislamiento geográfico, más podían necesitar de esta oportunidad.

Aunque la mayor parte del tiempo fue invertido en gestiones y viajes, la impresión más fuerte y grata que llevo en el recuerdo y el corazón fue el breve encuentro que tuvimos en Lima un grupo de casi veinte colaboradores de Lima, Lurín, Yauyos e Ica. ¿Por qué? Sin duda alguna, por el ambiente de afecto, cercanía y amistad. La mayor parte no habíamos coincidido físicamente nunca. En mi caso, la única que persona a la que había conocido previamente era Mirna Ramos (Ica). Sin embargo, las conversaciones y los gestos manifestaban cariño, reconocimiento por lo que #BeCaT nos está aportando y, lo que es más importante, sentido de misión.

Todos nos damos cuenta de que, para vivir la fe con coherencia es preciso dedicar tiempo para profundizar en la doctrina, en sus implicaciones en el día a día y sentirse interpelado: no se puede amar lo que no se conoce y se quiere conocer más lo que se ama. Espontáneamente se sucedían testimonios que apuntaban a esta realidad, más rica de lo que pueden expresar las palabras.

Gracias, Guillermo, por haber tenido la iniciativa de organizar el encuentro. Gracias a todos los que estuvieron presentes y a los que, no pudiendo asistir por lejanía o por otros motivos, prestaron atención y rezaron por nosotros.

Fue como esas reuniones de familia que tienen lugar cuando uno es un niño y se recuerdan después toda la vida. Regresé impactado y con la certeza de que todo el esfuerzo que estamos haciendo por llevar a otros esta experiencia, realmente vale la pena.

Fernando Moreno

Director de #BeCaT

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