Ir de vacaciones familiares suele ser una asignatura que pasamos todos en la vida. Pero mientras que para unos se convierte en una pesadilla, para otros es cada año una aventura, como es nuestro caso. Con un presupuesto muy acotado y un poco de actitud por parte de todos, hemos hecho de las vacaciones en familia un evento especial del año que esperamos con mucha ilusión.
Vivimos en Badalona, una ciudad costera con mucha humedad y mamá tiene problemas en los bronquios. En verano el calor se vuelve bochornoso y agobiante, y por eso, desde hace ya muchos años, las dos últimas semanas de Agosto, que son la únicas en las que papá no trabaja, nos vamos con la furgoneta y una tienda de campaña a dar vueltas por Europa.
Esto parece muy ostentoso, pero la realidad es muy distinta. Papá siempre dice que “el trasero y el dinero no se enseñan”, por eso nunca decíamos donde nos íbamos. Nos hacía decir que “por aquí cerca” (siempre hemos hecho mucha broma con esto). Como decía, aunque exteriormente parece un viaje lujoso no lo es en absoluto.
Papá prepara las vacaciones… con nuestra ayuda
Papá tiene como hobby, aparte del trabajo (dice que es una suerte tenerlo y una alegría poder ir cada día. Se levanta a las 5am, yo aún no lo entiendo…), preparar la ruta que vamos hacer ese verano. Se puede pasar meses buscando sitios, nos hace llamar a ellos, enviar correos en inglés… Todos los hermanos intentamos evadir estas situaciones, sobre todo las llamadas porque, antes de explicarte lo que tienes que decir, ya él ha tecleado el número, te lo ha puesto en la oreja y mientras escuchas alemán, papá te va diciendo en castellano lo que has de traducir al inglés, para que te pueda entender un alemán. Vamos…un show que, muchas veces, ha acabado en bronca por las dos partes. No obstante, el plan siempre sigue adelante.
Hay que decir que papá es un crack buscando gangas, aunque por muy buen buscador que seas, el dormir y comer acaban con el presupuesto en menos de una semana. Por eso los reyes nos trajeron hace ya unos años una macro tienda de campaña para seis personas. Con la furgoneta, la tienda y la cocinilla con gas hemos visitado media Europa. La táctica es buscar un camping baratito cerca de la frontera con Austria, Suiza… la Selva Negra ha sido nuestro destino más frecuente, plantamos el campo base y de allí con el coche nos movemos a otros lugares.
La Selva Negra es el sitio ideal para abaratar costes, sobre todo en la programación de actividades, en el camping hay multitud de cosas que hacer y además, si te quedas más de una semana, te dan una tarjeta con la que puedes hacer una infinitud de actividades gratuitas (parque acuático, subir en teleférico, ir a un parque temático…).
La Misa: criterio de elección
Ahora bien, una condición indispensable a la hora de elegir destino es la misa; si en el pueblo o cerca no hay misa cada día, por muy idílico que sea, ya nos podemos ir olvidando; ésta siempre ha sido una cuestión fundamental en mi familia. Mis padres siempre nos han enseñado que “Dios nunca hace vacaciones”. La verdad es que a veces se hace muy complicado encontrar misa en esos pueblillos, y volvemos a lo de siempre: webs, llamadas, etc… Al final siempre acabamos encontrando misas en los pueblos. Hemos tenido experiencias muy bonitas con conventos y párrocos mayores que se llevan una ilusión enorme al ver una familia entera ir a misa entre semana. Hace dos años le regalamos una botella de cava al párroco, de casi 90 años, y se emocionó por el detalle.
Por la tarde solemos rezar el rosario en la tienda, cada hermano hace un misterio. También hay encargos como hacer lavadoras, lavar los platos, cocinar… de esta manera descansamos todos (y no solo nosotros, los hijos). Aunque puede parecer agotador, no lo es en absoluto, el trabajo cuando se reparte es mucho menos y al ir rotando de tarea no se hace para nada pesado.
Ir de camping en familia es una experiencia que fortalece vínculos, genera verdadero ambiente familiar y donde se aprende a querer a los demás por encima de todo.
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