Un interés en expansión
La Catequesis Familiar es un proyecto que está dando sus primeros pasos, pues ha sido este año cuando se han completado los contenidos (siempre en proceso de mejora y actualización) y se han llevado a cabo las primeras experiencias piloto.
A pesar de su juventud, está suscitando gran interés, pues por todas partes se reconoce la necesidad de implicar más a los padres en la formación en la fe de sus hijos, de prestarles ayuda para hacerlo bien, de acompañarles para que descubran la gran misión que tienen encomendada: misión hacia sus hijos y hacia otras familias.
A través de don Ramiro Pellitero, con quien comparto la dirección del proyecto, recibí a principios de año sendas invitaciones de Guatemala y Colombia para explicarlo con detenimiento e impartir formación a directivos de colegios, capellanes, profesores y matrimonios deseosos de participar como catequistas familiares, personas implicadas en pastoral familiar, etc.
Y ahí estuve. Primero en Guatemala, del 7 al 11 de octubre, donde los organizadores han sido los colegios de APDE (Asociación Para el Desarrollo Educativo). Se celebraron dos sesiones los días 9 y 10, en los que participaron más de 100 personas. Luego, del 12 al 14 de octubre, en Bogotá, de la mano de la red de colegios de Aspaen (Asociación Para la Enseñanza) y el Instituto para la Familia de la Universidad de la Sabana. Allí tuvo lugar un encuentro de dos jornadas en el que participaron sobre todo directivos de centros educativos y algunas personas implicadas en pastoral familiar.
En el mismo barco
No es este el lugar adecuado para hablar del contenido de las reuniones, pero sí para transmitir una impresión personal que me caló hondo. Se resume en la alegría de encontrar a tantas personas interesadas y dispuestas a complicarse la vida para servir a la familia, ayudar a los padres en su formación cristiana para que ellos puedan a su vez ser buenos maestros en la fe de sus hijos. Todos eran conscientes de que la plataforma de CF es una simple herramienta que sería inútil sin el trabajo de los catequistas y la implicación personal. El reto, como uno de los participantes expuso, es «un cambio de paradigma mental», un cambio de chip, diríamos en lenguaje más coloquial. Es cuestión de pasar al ataque, a la línea de actuación e implicación.
Cuando uno tiene la sensación de que todos navegamos en el mismo barco, que estamos de acuerdo en nuestras motivaciones, el panorama se vuelve optimista y prometedor. Ojalá que, del trabajo que justo ha empezado en estas tierras tan magníficas, se obtengan también magníficos frutos.
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